El 28 de mayo será recordado como una sorpresa para el PSOE; en unas elecciones que en el papel se predicaban como municipales y autonómicas, una mayoría de votantes le ha dado la espalda al sistema autocrático, irreverente y contrario a la propiedad privada que ha sido el rasgo característico de los casi cuatro años de gobierno de Pedro Sánchez y su camarilla integrada por “Podemos”, los partidos representativos de Etarra, los independentista de Cataluña y una pluralidad de organizaciones militantes de izquierda radical y de movimientos llamados vulgarmente como progresistas.
En efecto, tanto el partido popular como Vox han sacado su casta en defensa de las libertades y derechos que consagra la Constitución Española y han infringido una derrota aplastante al partido gobernante en las mencionadas elecciones y, además han obligado al gobierno tambaleante de Pedro Sánchez a convocar inmediatamente unas elecciones generales para el próximo 23 de julio y la clausura del Órgano Legislativo, tal como lo prevé la carta magna española.
En menos de 24 horas entonces el tablero político español da un cambio en la dirección correcta porque el pueblo se ha manifestado rotundamente diciendo «¡Basta ya!».
Este revés tiene una alta dosis de aprendizaje para nuestros países de América Latina que estamos viendo como el mapa político se pinta de rojo y está prevaleciendo un sistema político que no respeta el Estado de Derecho, entre otras cosas.
Particularmente en nuestro país que en menos de un año se enfrentará a un torneo electoral que está contaminado por las triquiñuelas urdidas desde la Asamblea de Diputados y toleradas por el Tribunal Electoral.
Es esperanzador que, sin embargo, los ciudadanos panameños muestran cautela y no creen en cantos de sirenas de ninguno de los partidos que han gobernado en los últimos 25 años y que se han caracterizado por un marcado retroceso en temas de impacto como la educación, la salud, la calidad de las instituciones, el agua, la basura y la falta de oportunidades de empleo digno.
También hay que decir que por lo menos, en lo que llevamos de este veranillo democrático de tres décadas ningún gobierno ha merecido la reelección o nada de lo que parezca.
Los españoles silenciosamente le han dado un fuetazo a Pedro Sánchez y su ejército de ineptos que hoy tiene que prepararse para tratar de obtener un resultado más favorable en la elección general que ocurre casi de inmediato.
La ventaja es que en una democracia los votos cuentan.
Amanecerá y veremos…