El primer presidente liberal de Panamá

Dr. Carlos Antonio Mendoza, primer presidente liberal en Panamá.

Cuando Panamá se independizó de Colombia, uno de los legados fue la continuación del bipartidismo de los partidos políticos Liberal y Conservador.  Al momento de la escisión del istmo panameño, la inmensa mayoría del pueblo era de ideología liberal.  Sin embargo, para lograr la independencia del istmo y crear la incipiente República de Panamá, ambos grupos políticos unieron fuerzas para alcanzar el objetivo de la independencia, pero no podemos soslayar el reconocer que la iniciativa del movimiento independentista del istmo de Panamá fue de los conservadores.

En su inicio, la dirección del nuevo estado fue delegada a una Junta de Gobierno Provisional integrada por miembros del Partido Conservador y del Partido Liberal.  Acto seguido, la Junta de Gobierno Provisional nombró un gabinete constituido también por miembros de ambos partidos políticos. 

Uno de los primeros actos de la Junta de Gobierno Provisional fue continuar la vigencia de todas las leyes que habían regido el anterior Departamento de Panamá, añadiendo algunas reformas, nuevos decretos orgánicos sobre organización judicial y sobre hacienda pública.  El 5 de noviembre de 1903 fue creado el Ejército de la República, integrado por tres divisiones, Panamá, Colón y David.  Posteriormente inició el reconocimiento de la naciente República de Panamá por parte de algunos países de la comunidad internacional.

Seguidamente los panameños fueron citados por la Junta de Gobierno para elegir una Asamblea Constituyente integrada por 32 convencionales, tres por cada provincia para un total de 24, más 8 convencionales por la Provincia de Panamá.  Este ejercicio democrático resultó en la elección de 16 convencionales liberales y 16 conservadores, un total de 32 convencionales cuyo propósito fue redactar la primera Constitución Nacional.  Estos convencionales aprobaron la Primera Constitución Nacional en Febrero de 1904 y escogieron al político conservador Dr. Manuel Amador Guerrero como Primer Presidente de Panamá y al liberal Dr. Pablo Arosemena, al conservador José Domingo de Obaldía y al liberal Dr. Carlos A. Mendoza como Primer, Segundo y Tercer Designados respectivamente a la Presidencia de la República.  El período del Presidente Dr. Manuel Amador Guerrero, del Partido Conservador, era por cuatro años y su vigencia terminaba el 30 de septiembre de 1908 y el período de los Designados (Vicepresidentes) era por dos años, es decir hasta el 30 de septiembre de 1906.

Uno de los artículos más polémicos de nuestra primera Constitución de 1904 lo fue el Artículo 136, que señalaba que “El Gobierno de los Estados Unidos de América podrá intervenir en cualquier punto de la República de Panamá para restablecer la paz pública y el orden constitucional si hubiese sido turbado, en el caso de que por virtud de Tratado Público aquella nación asumiere o hubiere asumido la obligación de garantizar la independencia y la soberanía de la República”.  Esta disposición fue aprobada después de violento debate. 

Con el transcurrir del tiempo, sus defensores vieron los resultados positivos del mismo, como evitar conflictos y luchas electorales con sus escenas vergonzosas y derramamiento de sangre entre adversarios políticos.  En otras ocasiones, el gobierno estadounidense, a solicitud del gobierno panameño, impidió la amenaza persistente de Colombia de invadir a la República de Panamá, al no poder resignarse a la independencia de los panameños.  En otro caso, el General Esteban Huertas, Jefe Militar, pretendió intervenir en la marcha del gobierno del Presidente Dr. Manuel Amador Guerrero, haciendo exigencias indebidas, tratando de desobedecer sus órdenes y hasta violentar su persona.  La delegación estadounidense apoyó al Presidente Amador Guerrero y recomendó la eliminación del ejército y adoptar medidas de orden público, lo cual hizo posible el retorno de la tranquilidad al país.  El Artículo 136 fue aprobado por la mayoría de los convencionales conservadores con excepción de Juan Vásquez G.  Por su parte, la mayoría de los convencionales liberales votaron en contra, con excepción del Dr. Pablo Arosemena, del General Ignacio Quinzada y del convencional Nicolás Tejada de la Provincia de Panamá.

Finalizado el primer gobierno constitucional 1904-1908 presidido por el Dr. Manuel Amador Guerrero, quien desistió de buscar la reelección por motivos de salud, el Sr. Ricardo Arias Feraud, Secretario de Relaciones Exteriores, se presentó como candidato a la Presidencia de la República, respaldado por un nuevo partido político llamado Partido Constitucional y por recomendación del Dr. Amador Guerrero.  El Partido Constitucional estuvo integrado por allegados al Presidente Amador Guerrero, eran en su mayoría conservadores aunque también militaban algunos liberales, todos quienes postularon el 13 de abril de 1908 al Dr. Ricardo Arias Feraud. 

El otro candidato a la Presidencia de la República era el conservador José Domingo de Obaldía Gallegos, Designado (Vicepresidente) a la Presidencia, quien se encargó interinamente del Órgano Ejecutivo desde el 24 de junio hasta el 29 de diciembre de 1907 durante la ausencia por licencia del Presidente Titular, Dr. Amador Guerrero, por motivos de salud.  El Dr. De Obaldía Gallegos, de filiación conservadora, ahora candidato de “oposición”, fue apoyado y postulado por la llamada Coalición Republicana, bajo el liderazgo del Dr. Carlos A. Mendoza, quien congregó a figuras distinguidas del liberalismo y también a connotadas figuras conservadoras.

Así, en las elecciones de 1908 se enfrentaron dos alianzas políticas constituídas ambas por miembros liberales y conservadores.  Ante una inminente derrota por el poco apoyo de la población, el Dr. Ricardo Arias Feraud declinó sus aspiraciones presidenciales y se retiró de la contienda electoral.  Esto permitió que el 1 de octubre de 1908 el Dr. José Domingo de Obaldía ascendiera a la Presidencia de la República como candidato único.  Por su parte, la Asamblea Nacional de Diputados, que también tenía la responsabilidad de elegir a los Designados (Vicepresidentes) a la Presidencia de la República, escogió como Primer Designado al conservador José Agustín Arango y al liberal Dr. Carlos Antonio Mendoza como Segundo Designado.  Planteada así la situación política, el Presidente de Obaldía fue el primer presidente elegido por el voto popular indirecto después de la independencia del istmo en 1903.

El Presidente de Obaldía se graduó de abogado y culminó su carrera de jurista en New Haven, Connecticut, Estados Unidos.  Fue Concejal, Administrador de Hacienda, Inspector de Penitenciaría y Director de Instrucción Pública.  El Presidente de Obaldía fue el último gobernador que tuvo el istmo de Panamá como parte de Colombia.  Fue arrestado el 3 de noviembre de 1903 como tal, pero el Dr. Manuel Amador Guerrero, protagonista del movimiento independentista y gran amigo de de Obaldía, le dictaminó casa por cárcel y se unió a los forjadores de la república.  Fue Diputado Constituyente de la Asamblea Constituyente de la nueva nación.  Fue el primer panameño que ejerció el puesto de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Panamá en Washington, D.C.  Ejerció el cargo de Presidente Provisional de la República de Panamá en su condición de Primer Designado (Vicepresidente) del Presidente titular, Dr. Manuel Amador Guerrero, desde el 24 de junio al 29 de diciembre de 1907.

Durante sus casi dos años de gobierno, Don José Domingo de Obaldía, segundo Presidente Constitucional titular de la República de Panamá, se caracterizó por trabajar en un ámbito de armonía, organizando una administración de conciliación con el nombramiento de ilustres liberales en su gobierno, a pesar de ser él miembro del Partido Conservador.  Su administración impulsó la hacienda pública y la educación. 

Aprobó la legislación sobre el régimen político y municipal, organizó la estadística nacional y creó la policía secreta, entre otros.  Llevó a término el Tratado tripartito Arosemena-Cortés-Root para deslindar los límites de Panamá con Colombia.  El Presidente de Obaldía Gallegos ocupó el cargo desde el 8 de octubre de 1908 hasta el 1 de marzo de 1910, cuando, a los 65 años de edad, fallece como consecuencia de un ataque al corazón.

Al fallecer el Presidente de Obaldía, el Partido Conservador tenía previsto su continuidad en el poder tras haber elegido como su Primer Designado (Vicepresidente) al también conservador Don José Agustín Arango.  Sin embargo, esta expectativa se derrumbó ya que el Primer Designado Arango murió inesperadamente el 19 de mayo de 1909 en la ciudad de Panamá. 

En estas circunstancias, el día 1 de marzo de 1910 le correspondió asumir la Presidencia de la República al Segundo Designado (Vicepresidente), Dr. Carlos Antonio Mendoza, connotado político liberal, periodista y abogado, ascendiendo así a la primera magistratura de la nación como Encargado del Poder Ejecutivo y convirtiéndose así en el primer mandatario del Partido Liberal en nuestra historia nacional.

Antes de la independencia de Panamá, el Dr. Carlos Antonio Mendoza defendió al líder indígena Victoriano Lorenzo ante los tribunales, quien fue juzgado severamente por un homicidio en defensa propia.  También en esa época defendió la autonomía del istmo de Panamá, combatió la guerra de los mil días en territorio istmeño.  Igualmente, el 30 de marzo de 1900, Mendoza desembarcó en Punta Burica junto a Belisario Porras y Eusebio A. Morales, defendiendo la causa liberal.

Después de la independencia de Panamá, redactó el Acta de Independencia por encargo de José Agustín Arango.  Fue Convencional de la Asamblea Constituyente de 1904; se opuso a la llamada Enmienda Platt Panameña, que permitió la intromisión de Estados Unidos en el país para mantener el orden público y que se convirtió en el controversial Artículo 136 de la Constitución Nacional de 1904.  Fue el redactor del primer Código Civil del país, y se le considera el creador de la organización judicial y codificador de la República de Panamá.  Fue el primer Secretario (Ministro) de Justicia de la República, así como Secretario (Ministro) de Hacienda en el gobierno de Don José Domingo de Obaldía.

El gobierno del Dr. Carlos Antonio Mendoza se caracterizó por ser una administración tormentosa por pugnas entre sus correligionarios y sus enemigos políticos.  Igualmente no fue figura atrayente para los Estado Unidos de Norteamérica por su oposición al ya descrito Artículo 136 de nuestra Carta Magna de 1904.

El gobierno de Carlos Antonio Mendoza sólo duró siete meses.  Teniendo en cuenta que su período como Designado a la Presidencia finalizaba el 30 de Septiembre de 1910, el Dr. Mendoza hizo gestiones con el propósito de ser reelegido en el cargo por la Asamblea Nacional por dos años más.  Esta pretensión provocó una reacción adversa del Partido Conservador, que se sintió desplazado, a pesar de ser conscientes los conservadores de que los liberales contaban con el apoyo de la mayoría de la población.  El Dr. Carlos Antonio Mendoza, a pesar de contar con los votos necesarios en la Asamblea Nacional para reelegirse como Primer Designado y por lo tanto continuar como Presidente de la República, hizo que su nombre fuera retirado de la lista de aspirantes.   El 1 de octubre de 1910 correspondió a la Asamblea Nacional de Diputados elegir a los Designados (Vicepresidentes) por dos años a partir del 1 de octubre de 1910 hasta el 30 de septiembre de 1912.  La Asamblea eligió como Primer Designado (Vicepresidente) al Dr. Pablo Arosemena para que gobernase hasta el final del período constitucional, hasta 1912, del finado Presidente de Obaldía.  La Asamblea eligió como Segundo Designado al Sr. Federico Boyd y como Tercer Designado al Sr. Rodolfo Chiari Robles.  El Dr. Päblo Arosemena asumió la Presidencia de la República en su condición de Primer Designado el 5 de octubre de 1910, reemplazando así al Dr. Carlos Antonio Mendoza. 

El liberalismo de nuestro país ha sido y es la ideología preeminente entre la mayoría de los presidentes de la República de Panamá, con más de 30 mandatarios en toda su historia nacional y con mucha admiración recordamos que el Dr. Carlos Antonio Mendoza fue el primero de ellos.




La tiranía nicaragüense de José Daniel Ortega Saavedra

La tirania nicaragüense de José Daniel Ortega Saavedra

Autor: Rafael Fernández Lara

De la tierra del laureado poeta Rubén Darío, máximo representante del modernismo literario de la lengua española, nicaragüense, difícilmente se puede decir que ha tenido la suerte de haber estado gobernado por gobiernos dignos de recordar, basados en la democracia, la justicia y la libertad.  Por el contrario, conlleva etapa de gobiernos dictatoriales.  Basta recordar la revolución de 1893 que llevo al poder al líder liberal José Santos Zelaya, quien gobernó Nicaragua durante los siguientes 16 años de manera autocrática.  Zelaya fue derrocado en 1909 y dos años después Adolfo Díaz asumió la presidencia con el respaldo de los Estados Unidos.  Seguidamente acontecieron una serie de intervenciones norteamericanas, una en 1912 y luego en 1916, cuando entró en vigor el Tratado Bryan-Chamorro sobre la opción de construir un canal interoceánico a través del país.  Posteriormente continuaron las protestas y nuevamente intervinieron los Marines norteamericanos, quienes  desde 1925 lucharon contra la guerrilla del dirigente liberal Augusto C. Sandino.  En 1928 se celebran nuevas elecciones y el General José María Moncada, un liberal, asumió la presidencia.

Los Marines se retiraron en 1933 y el nuevo presidente, Juan Bautista Sacasa, nombró a Anastasio Somoza García como Comandante de la Guardia Nacional, quien después mandó a ejecutar al guerrillero Augusto C. Sandino.  En 1937 Anastasio Somoza García fue elegido presidente, iniciando así una dinastía que gobernaría al país de forma dictatorial durante más de cuarenta años.  Durante esta dictadura somocista, ocurrieron una serie de rebeliones y expresiones del descontento social que fueron controlados.  El 21 de septiembre de 1956 Anastasio Somoza García fue muerto en un atentado.  Lo reemplazó su hijo, Luis Somoza Debayle, quien murió el 13 de abril de 1967 a la edad de 44 años.  En 1967, el hijo más joven del antiguo dictador, Anastasio (Tachito) Somoza Debayle, fue elegido presidente y estableció un régimen autoritario y cruel, reprimiendo cualquier y toda oposición política a su gobierno a través de su mal recordada Guardia Nacional.  Viviendo bajo estas lamentables condiciones políticas, el 23 de diciembre de 1972, la ciudad de Managua fue destruida totalmente por un terremoto que se estima causó casi 20,000 muertos, otros tantos resultaron heridos y cientos de miles de damnificados.

A principios de 1978 el opositor Pedro Joaquín Chamorro, editor del Diario La Prensa de Managua, fue asesinado.  Somoza fue acusado de ser cómplice del crimen y el país entró en un período de violencia que prácticamente desembocó en una guerra civil.  La oposición fue encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), grupo guerrillero formado en 1962, contra la fuerzas del somocismo.  Presionado por los Estados Unidos, el dictador Anastasio Somoza Debayle renunció a la presidencia y el 17 de julio de 1979 abandonó el país.  Ese día fue considerado “el día de la alegría” porque significó el fin de la dinastía de los Somoza, para muchos se había acabado con una dictadura caracterizada por la violación de los derechos humanos, el hambre y desnutrición, la miseria, el miedo, analfabetismo, en resumen, más de 40 años de ignonimia contra el sufrido pueblo nicaragüense.  Anastasio Somoza Debayle murió el 17 de septiembre de 1980, asesinado en Asunción, Paraguay, donde estaba exilado.  La tiranía y represión de la dictadura de los Somoza se extendió por más de 40 años.

En 1979 los sandinistas nombraron un Gobierno de Reconstrucción Nacional para dirigir el país, el que se caracterizó por enfrentar enormes dificultades, entre ellas, la oposición de los Estados Unidos por su política izquierdista y fueron acusados de abastecer a la guerrilla de El Salvador.  Así, en 1981 el gobierno de Ronald Reagan inició un bloqueo económico contra el país y financió un grupo armado antisandinista, la llamada Contra Nicaragüense, iniciando así otra guerra civil que resultó en numerosos muertos, heridos y el sufrimiento profundo del pueblo nicaragüense.

En 1983 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se transformó en partido político y participó en las primeras elecciones de la Revolución Sandinista, celebradas el 4 de noviembre de 1984, y nuestro personaje de marras, Daniel Ortega Saavedra, fue elegido Presidente de la República de Nicaragua por amplio margen, mayoría absoluta del 66.97% de los sufragios y los mismos fueron verificados por observadores internacionales, la Comunidad Económica Europea y otros estados como Canadá e Irlanda, quienes declararon que las elecciones fueron justas y democráticas.  Por su parte, el gobierno estadounidense del Presidente Ronald Reagan se negó a reconocer los resultados.

Los próximos comicios electorales se adelantaron y celebraron el 25 de febrero de 1990.  A pesar de que Daniel Ortega estaba confiado de su victoria, fue derrotado por Violeta Chamorro, quien logró el 54.74% de los votos con la Alianza Unión Nacional Opositora (UNO), de inclinación conservadora y derechista.  Por su parte Daniel Ortega y el FSLN sólo lograron el 40.85% de los votos presidenciales.

Las siguientes elecciones para escoger el sucesor de Violeta Chamorro se realizaron el 20 de octubre de 1996.  Frente a la disolución de la UNO se constituyó la Alianza Liberal que llevó a la victoria electoral a Arnoldo Alemán, exalcalde de Managua por la UNO, quien obtuvo el 50.99% de los sufragios presidenciales, contra Daniel Ortega Saavedra quien obtuvo el 37.83%.  Asombrosamente, en ese torneo electoral participaron otros 21 candidatos presidenciales, quienes entre todos lograron menos de un 12% de los votos.  

El 4 de noviembre de 2001 se celebran las siguientes elecciones donde Daniel Ortega Saavedra perdió por tercera vez consecutiva, esta vez frente a Enrique Bolaños Geyer del Partido Liberal Constitucionalista, quien logró una aplastante victoria, al igual que una mayoría absoluta de escaños en la Asamblea Nacional de Diputados.  Enrique Bolaños Geyer logró el 56.31% de los votos presidenciales y Daniel Ortega Saavedra el 42.28%. 

La tiranía nicaragüense de José Daniel Ortega Saavedra
La tiranía en Nicaragua.

El domingo 5 de noviembre de 2006 se celebran los siguientes comicios electorales.  Estas elecciones dieron un cambio histórico a la política de Nicaragua, siguiendo el patrón de llegada al poder de gobiernos de centroizquierda en Latinoamérica.  Daniel Ortega Saavedra  del FSLN, con el 37.59% de los votos presidenciales es elegido Presidente de la República frente a Eduardo Montealegre de la Alianza Liberal Nicaragüense, quien obtuvo el 29% de los sufragios presidenciales y un tercer candidato del Partido Liberal Constitucionalista, José Rizo Castellón, obtiene el 26.21% de los votos.  De cuarto llegó Edmundo Jarquin Calderón, del Movimiento Renovador Sandinista, con el 6.44% de los votos.  En quinto y último lugar llegó el conocido Comandante Cero, Edén Atanacio Pastora Gómez de Alternativa por el Cambio, con el 0.27% de los votos.  Obviamente, el triunfo del FSLN se debió en parte al divisionismo sospechoso, de acuerdo a mi criterio, de las fuerzas liberales.  Esto puso fin a los 16 años de gobiernos derechistas posterior a la terminación de la Revolución Sandinista en 1990.  Esta fue la primera victoria electoral de un partido de izquierda durante un período de democracia institucional en Nicaragua.

El próximo torneo electoral presidencial se realizó el domingo 6 de noviembre de 2011.  En esta ocasión Daniel Ortega Saavedra se reelige de manera convincente con el 62.46% de los votos.  En segundo lugar quedó Fabio Gadea Mantilla del Partido Liberal Independiente con el 31% de los votos, y, de tercero, otra vez el Partido Liberal Constitucionalista con Arnoldo Alemán,  quien obtuvo el 5.91% de los votos.  Hubo otros dos candidatos presidenciales que entre los dos no lograron el 1% de la votación general. 

Las siguientes elecciones se realizaron el día domingo, 6 de noviembre de 2016.  El mandatario Daniel Ortega Saavedra, con su esposa Rosario María Murillo Zambrano, fueron elegidos como presidente y vicepresidente respectivamente, ambos candidatos del FSLN.  Obtuvieron el 68.20% de los sufragios.  Segundo quedó Maximino Rodríguez Martínez del Partido Liberal Constitucionalista, con tan sólo el 15.03% de los votos.  De tercero se ubicó José del Carmen Alvarado del Partido Liberal Independiente.  La cuarta posición la ocupó Saturnino Cerrato de la Alianza Liberal Nicaragüense con el 4.31% de los votos presidenciales.  En el quinto lugar estuvo Erick Cabezas del Partido Conservador con el 2.30% de los sufragios y en la sexta y última posición Carlos Canales de Alianza por la República con el 1.40% de los votos.

Las últimas elecciones generales de Nicaragua se realizaron el domingo, 7 de noviembre de 2021.  El único candidato presidencial de sobra conocido fue el Presidente Daniel Ortega Saavedra, quien con estas elecciones del 2021 ha participado en ocho elecciones presidenciales continuas y por ende se convierte en un eterno candidato presidencial.  Tal como habíamos pronosticado meses antes, si se realizaba ese evento, el panorama para la oposición no se presentaba nada halagador.  Los supuestos candidatos de oposición en el momento no representaron una verdadera cohesión, como existió en Noviembre de 1980, cuando la coalición de los partidos importantes de Nicaragua organizó la UNO y llevaron a la victoria a Violeta Barría Viuda de Chamorro como presidente y Virgilio Godoy como vicepresidente.  Daniel Ortega Saavedra mantiene el control del Consejo Supremo Electoral según muchos, y en servicio a sus propios intereses políticos.  También es un hecho cierto que el FSLN se ha infiltrado en otros partidos políticos como el Partido Liberal Constitucionalista, que a través de un supuesto pacto con el FSLN, le han dado impunidad para un alto dirigente de ese partido quien fue condenado a 20 años de cárcel por corrupción.  También se dice que la Corte Suprema de Justicia está controlada por el FSLN.  Los arrestos de posibles candidatos presidenciales y de opositores empañaron la transparencia y legalidad de las elecciones.  Es notorio que la pareja presidencial Ortega-Murillo tiene la intención de perpetuarse en el poder a toda costa.  Los comicios electorales de Nicaragua se realizan el 7 de noviembre de 2021, y, tal como se esperaba, transcurre en un clima de alta tensión política, una sociedad dividida y politizada, una evidente intención de invalidar a las fuerzas que signifiquen un riesgo real de cambio político, y de la continuidad del binomio Ortega-Murillo.

En el ambiente de intolerancia política descrita, el eterno “Presidente” Ortega “logró” el 75% de la votación según el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua en estas cuestionadas elecciones, donde algunas organizaciones de la oposición las declarara fraudulentas, donde hubo desconfianza entre los nicaragüenses y una abstención que ronda el 80%.  Después de cinco meses de realizadas las elecciones de pantomima, el supuesto “gobierno democrático” ha mostrado su verdadero rostro de gobierno dictatorial y represor ejercido también, no sólo por una política de violación de los derechos humanos contra el pueblo, sino también una represión severa contra la Iglesia Católica.

El Obispo de Matagalpa, Rolando Alvarez, fue sentenciado a 26 años de prisión tras negarse a ser deportado a Estados Unidos.  En un comunicado del gobierno fue acusado de difundir información falsa, socavar al gobierno, obstrucción de funciones y desobediencia.  El Obispo fue trasladado de su casa, donde cumplía prisión domiciliaria a una cárcel temida y de máxima seguridad “El Chipote”.  Fue inhabilitado de forma perpetua para ejercer la función pública en nombre o al servicio del estado, así como ejercer cargos de elección popular.  Incalificablemente se le consideró como traidor a la Patria y también se le adjudicó la pérdida de la nacionalidad nicaragüense.  El autócrata Ortega ha acusado a la Iglesia de participar de un complot apoyado por Estados Unidos para sacarlo del cargo.  Los sandinistas orteguistas han señalado que las iglesias en Nicaragua fueron usados por estudiantes para resguardarse y por ello surgieron los ataques contra la Iglesia Católica.  El dictador Ortega ha catalogado al Obispo Alvarez de soberbio y desquiciado.

Es importante recordar que Ortega Saavedra ha venido aplastando todo signo de oposición en el país desde el inicio de las multitudinarias protestas contra la reforma al sistema de Seguro Social que pretendió realizar el régimen Ortega, las cuales resultaron en la muerte de alrededor de 400 personas fallecidas, lo que fue altamente condenado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y numerosos gobiernos de otros países.  Igual que al obispo, a 222 presos políticos nicaragüenses le retiraron la ciudadanía nicaragüense, declarándolos apátridas y traidores a la Patria.  Algunos de ellos han pasado años en prisión, sin poder ejercer sus libertades fundamentales, en pésimas condiciones y sin acceso al debido proceso.

El tirano Ortega ha encarcelado a sus propios compañeros del sandinismo, como al ex general Hugo Torres Jiménez, conocido como Comandante Uno, célebre por la toma de la casa de José María “Chema” Castillo en 1974, participando también como comando sandinista cuya misión era tomar rehenes somocistas para intercambiarlos por presos políticos, entre los que estuvo Daniel Ortega Saavedra bajo el régimen de Somoza.  Otra camarada apresada por Ortega fue la excomandante guerrillera Dora María Téllez, quien fue llevada a la cárcel El Chipote y fue condenada a ocho años de prisión sin que le justicia le hubiese garantizado el debido proceso.  Fue víctima de tortura psicológica, en una celda de castigo sin luz, sin suficiente acceso al sol y con alimentación limitada.

La ya incuestionable naturaleza dictatorial de Daniel Ortega resulta en el  cierre de cien ONG, con lo que sumarían 950 organizaciones civiles sin fines de lucro disueltas tras la revuelta popular de Abril de 2018 que se acentuó tras las controversiales elecciones de Noviembre de 2021, que para muchos no fueron libres, justas o transparentes.

Según Ortega, él está defendiendo a su país contra enemigos sin escrúpulos, empeñados en derrocarlo con el apoyo de potencia extranjera.  Ortega encarceló a varios importantes empresarios que fueron acusados de conspiración, terrorismo, traición a la patria y de solicitar intervenciones militares, además de estar relacionados al lavado de dinero.

Desde ya hace tiempo, la República de Nicaragua se encuentra sometida a un régimen autocrático donde se detienen a sus opositores arbitrariamente, donde se cancela las organizaciones políticas rivales y se penaliza la disidencia.  Nicaragua es el segundo país más pobre del hemisferio occidental, sólo superado por Haití.  La pobreza y la desesperación de su pueblo, aunado a la dictadura que lo oprime, resulta en que cientos de miles de nicaragüenses intenten escapar del país en busca de nuevos horizontes.  

La oposición primero debe estar verdaderamente unida para poder coordinar acciones para presionar al dictador.  Así, es trascendental y fundamental redoblar la presión internacional para que se restablezca la democracia y el estado de derecho en Nicaragua.  No podemos ignorar que Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, quien para muchos es quien realmente ejerce el poder en el país, no sólo persiguen seguir en el poder por algunos años, sino que desean instaurar una sucesión familiar.

Lo que hemos visto recientemente es que la malas relaciones entre el régimen del dictador Daniel Ortega y la Iglesia Católica en Nicaragua se han agravado y atraviesan un momento sumamente difícil.  El arresto del Obispo de Matagalpa, Rolando José Alvarez, de 55 años, la expulsión del país del Nuncio del Vaticano, monjas de la Orden Misionera de la Caridad, el cierre de varias emisoras de radio católicas, el encarcelamiento de sacerdotes y otras atrocidades contra la Iglesia Católica, que sigue siendo la institución más influyente de este país, implica para este régimen tiránico que en un futuro nada halagador más cercano que lejano, gobernado por un “desquiciado y Nazi” como lo señaló Su Santidad el Papa Francisco, lleno de calamidades, cada vez más aislado en todos los aspectos, siempre más difícil de gobernar, sin duda alguna entra en el inicio de la caída como otra dictadura más, la peor de todas y de triste recordación en toda su historia nacional.

Autor: Rafael Fernández Lara