Autor: Rafael Fernández Lara
De la tierra del laureado poeta Rubén Darío, máximo representante del modernismo literario de la lengua española, nicaragüense, difícilmente se puede decir que ha tenido la suerte de haber estado gobernado por gobiernos dignos de recordar, basados en la democracia, la justicia y la libertad. Por el contrario, conlleva etapa de gobiernos dictatoriales. Basta recordar la revolución de 1893 que llevo al poder al líder liberal José Santos Zelaya, quien gobernó Nicaragua durante los siguientes 16 años de manera autocrática. Zelaya fue derrocado en 1909 y dos años después Adolfo Díaz asumió la presidencia con el respaldo de los Estados Unidos. Seguidamente acontecieron una serie de intervenciones norteamericanas, una en 1912 y luego en 1916, cuando entró en vigor el Tratado Bryan-Chamorro sobre la opción de construir un canal interoceánico a través del país. Posteriormente continuaron las protestas y nuevamente intervinieron los Marines norteamericanos, quienes desde 1925 lucharon contra la guerrilla del dirigente liberal Augusto C. Sandino. En 1928 se celebran nuevas elecciones y el General José María Moncada, un liberal, asumió la presidencia.
Los Marines se retiraron en 1933 y el nuevo presidente, Juan Bautista Sacasa, nombró a Anastasio Somoza García como Comandante de la Guardia Nacional, quien después mandó a ejecutar al guerrillero Augusto C. Sandino. En 1937 Anastasio Somoza García fue elegido presidente, iniciando así una dinastía que gobernaría al país de forma dictatorial durante más de cuarenta años. Durante esta dictadura somocista, ocurrieron una serie de rebeliones y expresiones del descontento social que fueron controlados. El 21 de septiembre de 1956 Anastasio Somoza García fue muerto en un atentado. Lo reemplazó su hijo, Luis Somoza Debayle, quien murió el 13 de abril de 1967 a la edad de 44 años. En 1967, el hijo más joven del antiguo dictador, Anastasio (Tachito) Somoza Debayle, fue elegido presidente y estableció un régimen autoritario y cruel, reprimiendo cualquier y toda oposición política a su gobierno a través de su mal recordada Guardia Nacional. Viviendo bajo estas lamentables condiciones políticas, el 23 de diciembre de 1972, la ciudad de Managua fue destruida totalmente por un terremoto que se estima causó casi 20,000 muertos, otros tantos resultaron heridos y cientos de miles de damnificados.
A principios de 1978 el opositor Pedro Joaquín Chamorro, editor del Diario La Prensa de Managua, fue asesinado. Somoza fue acusado de ser cómplice del crimen y el país entró en un período de violencia que prácticamente desembocó en una guerra civil. La oposición fue encabezada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), grupo guerrillero formado en 1962, contra la fuerzas del somocismo. Presionado por los Estados Unidos, el dictador Anastasio Somoza Debayle renunció a la presidencia y el 17 de julio de 1979 abandonó el país. Ese día fue considerado “el día de la alegría” porque significó el fin de la dinastía de los Somoza, para muchos se había acabado con una dictadura caracterizada por la violación de los derechos humanos, el hambre y desnutrición, la miseria, el miedo, analfabetismo, en resumen, más de 40 años de ignonimia contra el sufrido pueblo nicaragüense. Anastasio Somoza Debayle murió el 17 de septiembre de 1980, asesinado en Asunción, Paraguay, donde estaba exilado. La tiranía y represión de la dictadura de los Somoza se extendió por más de 40 años.
En 1979 los sandinistas nombraron un Gobierno de Reconstrucción Nacional para dirigir el país, el que se caracterizó por enfrentar enormes dificultades, entre ellas, la oposición de los Estados Unidos por su política izquierdista y fueron acusados de abastecer a la guerrilla de El Salvador. Así, en 1981 el gobierno de Ronald Reagan inició un bloqueo económico contra el país y financió un grupo armado antisandinista, la llamada Contra Nicaragüense, iniciando así otra guerra civil que resultó en numerosos muertos, heridos y el sufrimiento profundo del pueblo nicaragüense.
En 1983 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se transformó en partido político y participó en las primeras elecciones de la Revolución Sandinista, celebradas el 4 de noviembre de 1984, y nuestro personaje de marras, Daniel Ortega Saavedra, fue elegido Presidente de la República de Nicaragua por amplio margen, mayoría absoluta del 66.97% de los sufragios y los mismos fueron verificados por observadores internacionales, la Comunidad Económica Europea y otros estados como Canadá e Irlanda, quienes declararon que las elecciones fueron justas y democráticas. Por su parte, el gobierno estadounidense del Presidente Ronald Reagan se negó a reconocer los resultados.
Los próximos comicios electorales se adelantaron y celebraron el 25 de febrero de 1990. A pesar de que Daniel Ortega estaba confiado de su victoria, fue derrotado por Violeta Chamorro, quien logró el 54.74% de los votos con la Alianza Unión Nacional Opositora (UNO), de inclinación conservadora y derechista. Por su parte Daniel Ortega y el FSLN sólo lograron el 40.85% de los votos presidenciales.
Las siguientes elecciones para escoger el sucesor de Violeta Chamorro se realizaron el 20 de octubre de 1996. Frente a la disolución de la UNO se constituyó la Alianza Liberal que llevó a la victoria electoral a Arnoldo Alemán, exalcalde de Managua por la UNO, quien obtuvo el 50.99% de los sufragios presidenciales, contra Daniel Ortega Saavedra quien obtuvo el 37.83%. Asombrosamente, en ese torneo electoral participaron otros 21 candidatos presidenciales, quienes entre todos lograron menos de un 12% de los votos.
El 4 de noviembre de 2001 se celebran las siguientes elecciones donde Daniel Ortega Saavedra perdió por tercera vez consecutiva, esta vez frente a Enrique Bolaños Geyer del Partido Liberal Constitucionalista, quien logró una aplastante victoria, al igual que una mayoría absoluta de escaños en la Asamblea Nacional de Diputados. Enrique Bolaños Geyer logró el 56.31% de los votos presidenciales y Daniel Ortega Saavedra el 42.28%.

El domingo 5 de noviembre de 2006 se celebran los siguientes comicios electorales. Estas elecciones dieron un cambio histórico a la política de Nicaragua, siguiendo el patrón de llegada al poder de gobiernos de centroizquierda en Latinoamérica. Daniel Ortega Saavedra del FSLN, con el 37.59% de los votos presidenciales es elegido Presidente de la República frente a Eduardo Montealegre de la Alianza Liberal Nicaragüense, quien obtuvo el 29% de los sufragios presidenciales y un tercer candidato del Partido Liberal Constitucionalista, José Rizo Castellón, obtiene el 26.21% de los votos. De cuarto llegó Edmundo Jarquin Calderón, del Movimiento Renovador Sandinista, con el 6.44% de los votos. En quinto y último lugar llegó el conocido Comandante Cero, Edén Atanacio Pastora Gómez de Alternativa por el Cambio, con el 0.27% de los votos. Obviamente, el triunfo del FSLN se debió en parte al divisionismo sospechoso, de acuerdo a mi criterio, de las fuerzas liberales. Esto puso fin a los 16 años de gobiernos derechistas posterior a la terminación de la Revolución Sandinista en 1990. Esta fue la primera victoria electoral de un partido de izquierda durante un período de democracia institucional en Nicaragua.
El próximo torneo electoral presidencial se realizó el domingo 6 de noviembre de 2011. En esta ocasión Daniel Ortega Saavedra se reelige de manera convincente con el 62.46% de los votos. En segundo lugar quedó Fabio Gadea Mantilla del Partido Liberal Independiente con el 31% de los votos, y, de tercero, otra vez el Partido Liberal Constitucionalista con Arnoldo Alemán, quien obtuvo el 5.91% de los votos. Hubo otros dos candidatos presidenciales que entre los dos no lograron el 1% de la votación general.
Las siguientes elecciones se realizaron el día domingo, 6 de noviembre de 2016. El mandatario Daniel Ortega Saavedra, con su esposa Rosario María Murillo Zambrano, fueron elegidos como presidente y vicepresidente respectivamente, ambos candidatos del FSLN. Obtuvieron el 68.20% de los sufragios. Segundo quedó Maximino Rodríguez Martínez del Partido Liberal Constitucionalista, con tan sólo el 15.03% de los votos. De tercero se ubicó José del Carmen Alvarado del Partido Liberal Independiente. La cuarta posición la ocupó Saturnino Cerrato de la Alianza Liberal Nicaragüense con el 4.31% de los votos presidenciales. En el quinto lugar estuvo Erick Cabezas del Partido Conservador con el 2.30% de los sufragios y en la sexta y última posición Carlos Canales de Alianza por la República con el 1.40% de los votos.
Las últimas elecciones generales de Nicaragua se realizaron el domingo, 7 de noviembre de 2021. El único candidato presidencial de sobra conocido fue el Presidente Daniel Ortega Saavedra, quien con estas elecciones del 2021 ha participado en ocho elecciones presidenciales continuas y por ende se convierte en un eterno candidato presidencial. Tal como habíamos pronosticado meses antes, si se realizaba ese evento, el panorama para la oposición no se presentaba nada halagador. Los supuestos candidatos de oposición en el momento no representaron una verdadera cohesión, como existió en Noviembre de 1980, cuando la coalición de los partidos importantes de Nicaragua organizó la UNO y llevaron a la victoria a Violeta Barría Viuda de Chamorro como presidente y Virgilio Godoy como vicepresidente. Daniel Ortega Saavedra mantiene el control del Consejo Supremo Electoral según muchos, y en servicio a sus propios intereses políticos. También es un hecho cierto que el FSLN se ha infiltrado en otros partidos políticos como el Partido Liberal Constitucionalista, que a través de un supuesto pacto con el FSLN, le han dado impunidad para un alto dirigente de ese partido quien fue condenado a 20 años de cárcel por corrupción. También se dice que la Corte Suprema de Justicia está controlada por el FSLN. Los arrestos de posibles candidatos presidenciales y de opositores empañaron la transparencia y legalidad de las elecciones. Es notorio que la pareja presidencial Ortega-Murillo tiene la intención de perpetuarse en el poder a toda costa. Los comicios electorales de Nicaragua se realizan el 7 de noviembre de 2021, y, tal como se esperaba, transcurre en un clima de alta tensión política, una sociedad dividida y politizada, una evidente intención de invalidar a las fuerzas que signifiquen un riesgo real de cambio político, y de la continuidad del binomio Ortega-Murillo.
En el ambiente de intolerancia política descrita, el eterno “Presidente” Ortega “logró” el 75% de la votación según el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua en estas cuestionadas elecciones, donde algunas organizaciones de la oposición las declarara fraudulentas, donde hubo desconfianza entre los nicaragüenses y una abstención que ronda el 80%. Después de cinco meses de realizadas las elecciones de pantomima, el supuesto “gobierno democrático” ha mostrado su verdadero rostro de gobierno dictatorial y represor ejercido también, no sólo por una política de violación de los derechos humanos contra el pueblo, sino también una represión severa contra la Iglesia Católica.
El Obispo de Matagalpa, Rolando Alvarez, fue sentenciado a 26 años de prisión tras negarse a ser deportado a Estados Unidos. En un comunicado del gobierno fue acusado de difundir información falsa, socavar al gobierno, obstrucción de funciones y desobediencia. El Obispo fue trasladado de su casa, donde cumplía prisión domiciliaria a una cárcel temida y de máxima seguridad “El Chipote”. Fue inhabilitado de forma perpetua para ejercer la función pública en nombre o al servicio del estado, así como ejercer cargos de elección popular. Incalificablemente se le consideró como traidor a la Patria y también se le adjudicó la pérdida de la nacionalidad nicaragüense. El autócrata Ortega ha acusado a la Iglesia de participar de un complot apoyado por Estados Unidos para sacarlo del cargo. Los sandinistas orteguistas han señalado que las iglesias en Nicaragua fueron usados por estudiantes para resguardarse y por ello surgieron los ataques contra la Iglesia Católica. El dictador Ortega ha catalogado al Obispo Alvarez de soberbio y desquiciado.
Es importante recordar que Ortega Saavedra ha venido aplastando todo signo de oposición en el país desde el inicio de las multitudinarias protestas contra la reforma al sistema de Seguro Social que pretendió realizar el régimen Ortega, las cuales resultaron en la muerte de alrededor de 400 personas fallecidas, lo que fue altamente condenado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y numerosos gobiernos de otros países. Igual que al obispo, a 222 presos políticos nicaragüenses le retiraron la ciudadanía nicaragüense, declarándolos apátridas y traidores a la Patria. Algunos de ellos han pasado años en prisión, sin poder ejercer sus libertades fundamentales, en pésimas condiciones y sin acceso al debido proceso.
El tirano Ortega ha encarcelado a sus propios compañeros del sandinismo, como al ex general Hugo Torres Jiménez, conocido como Comandante Uno, célebre por la toma de la casa de José María “Chema” Castillo en 1974, participando también como comando sandinista cuya misión era tomar rehenes somocistas para intercambiarlos por presos políticos, entre los que estuvo Daniel Ortega Saavedra bajo el régimen de Somoza. Otra camarada apresada por Ortega fue la excomandante guerrillera Dora María Téllez, quien fue llevada a la cárcel El Chipote y fue condenada a ocho años de prisión sin que le justicia le hubiese garantizado el debido proceso. Fue víctima de tortura psicológica, en una celda de castigo sin luz, sin suficiente acceso al sol y con alimentación limitada.
La ya incuestionable naturaleza dictatorial de Daniel Ortega resulta en el cierre de cien ONG, con lo que sumarían 950 organizaciones civiles sin fines de lucro disueltas tras la revuelta popular de Abril de 2018 que se acentuó tras las controversiales elecciones de Noviembre de 2021, que para muchos no fueron libres, justas o transparentes.
Según Ortega, él está defendiendo a su país contra enemigos sin escrúpulos, empeñados en derrocarlo con el apoyo de potencia extranjera. Ortega encarceló a varios importantes empresarios que fueron acusados de conspiración, terrorismo, traición a la patria y de solicitar intervenciones militares, además de estar relacionados al lavado de dinero.
Desde ya hace tiempo, la República de Nicaragua se encuentra sometida a un régimen autocrático donde se detienen a sus opositores arbitrariamente, donde se cancela las organizaciones políticas rivales y se penaliza la disidencia. Nicaragua es el segundo país más pobre del hemisferio occidental, sólo superado por Haití. La pobreza y la desesperación de su pueblo, aunado a la dictadura que lo oprime, resulta en que cientos de miles de nicaragüenses intenten escapar del país en busca de nuevos horizontes.
La oposición primero debe estar verdaderamente unida para poder coordinar acciones para presionar al dictador. Así, es trascendental y fundamental redoblar la presión internacional para que se restablezca la democracia y el estado de derecho en Nicaragua. No podemos ignorar que Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, quien para muchos es quien realmente ejerce el poder en el país, no sólo persiguen seguir en el poder por algunos años, sino que desean instaurar una sucesión familiar.
Lo que hemos visto recientemente es que la malas relaciones entre el régimen del dictador Daniel Ortega y la Iglesia Católica en Nicaragua se han agravado y atraviesan un momento sumamente difícil. El arresto del Obispo de Matagalpa, Rolando José Alvarez, de 55 años, la expulsión del país del Nuncio del Vaticano, monjas de la Orden Misionera de la Caridad, el cierre de varias emisoras de radio católicas, el encarcelamiento de sacerdotes y otras atrocidades contra la Iglesia Católica, que sigue siendo la institución más influyente de este país, implica para este régimen tiránico que en un futuro nada halagador más cercano que lejano, gobernado por un “desquiciado y Nazi” como lo señaló Su Santidad el Papa Francisco, lleno de calamidades, cada vez más aislado en todos los aspectos, siempre más difícil de gobernar, sin duda alguna entra en el inicio de la caída como otra dictadura más, la peor de todas y de triste recordación en toda su historia nacional.
Autor: Rafael Fernández Lara